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Carnaval en Canarias
Cuando ya han pasado dos horas de música y bailes, dicen el
nombre de la reina del Carnaval. La chica que ha ganado tiene un
traje maravilloso, lleno de oro, de plumas de todos los colores. En
cima de la cabeza lleva un sol con muchas lucecitas que brillan en
la noche. Parece un rey azteca
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. La presentan al público y todo el
mundo grita con entusiasmo. En el cielo parece que hay un incen
dio. Son los fuegos artificiales
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.
De pronto, Teodoro se lleva las manos a la cabeza.
–¡Pero si es Marilyn! ¡Eh, Marilyn! ¡¡Marilyn!!
La música y la alegría de la gente apagan sus gritos.
–¡Anda! –dice Candelaria–. ¿Estás seguro de que es ella?
–¡Segurísimo! Tenemos que acercarnos hasta allí, tengo que ha
blar con ella.
–Imposible, Teodoro. Tú solo pides cosas imposibles.
–También era imposible sacar de la autopista el camión y lo he
mos hecho.
Intentan pasar empujando. Pero cuando van a llegar cerca de
Marilyn, una
murga
les cierra el camino. Las murgas se dedican a
cantar y tocan instrumentos de papel, latas, peines... Cualquier cosa
vale para hacer un instrumento musical... excepto los instrumentos
musicales.
La gente los empuja hacia un bar, donde unos señores disfraza
dos con trajes típicos japoneses los invitan a tomar algo. Todo el
mundo quiere pagar una copa a los demás.
–Acabaremos todos borrachos –dice Teodoro.
–Salgamos a tomar el aire.
En ese momento se ve la luz de un relámpago y se oye un trueno
más fuerte que todos los tambores juntos. Cuando pisan la calle se
pone a llover. Pero a los que bailan no les asusta la lluvia. Al contra
rio, bailan con más pasión, dan vueltas para recibir el agua en todo
el cuerpo y algunos hasta saltan en los charcos.