SANTILLANA USA - Emiliano Zapata, un soñador con bigotes

14 un pago que no alcanzaba para nada, o corrían el riesgo de morirse de hambre tratando de sacarle algún retoño a la tierra estéril que tenían en propiedad. Como ocurre en muchas historias, el río era una fi- gura importantísima porque partía en dos el pueblo, di- vidiendo las tierras fértiles de las secas. El río también tenía por nombre Anenecuilco. Muchos anenecuilenses trabajaban en la hacienda, pero don Gabriel decidió que ya había sido suficiente de que les quitaran sus propiedades, por lo que no iba a pa- sar por la vergüenza de trabajar para otros en los mis- mos campos que alguna vez habían sido de los que ahora los trabajaban como ajenos. Gabriel Zapata optó por trabajar por su cuenta, crian- do animales y labrando el muy poco terreno que pudo rescatar. “Para ganarse el pan, antes hay que sudarlo en el sur- co y en el cerro”, decía don Gabriel todas las mañanas con su vozarrón, y allá tenían que ir los miembros de la familia Zapata a sembrar maíz o pastorear animales an- tes de poder pasar a la mesa. El carácter de Emiliano era una mezcla del orgullo de Gabriel, la fortaleza de Cleofas y el hambre que sintieron él, sus hermanos y sus conocidos en muchas malas épocas. En el patio de mi casa había una higuera. Cuando era muy niña me encantaba treparme al árbol a cortar los frutos maduros.

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