SANTILLANA USA - Emiliano Zapata, un soñador con bigotes

19 por los 30 años y era no únicamente un hombre fuerte y valiente, sino también un ser de una inteligencia, una bondad y un sentido de la justicia inquebrantables. Desde niño se le notaban, pero esas habilidades se le fueron haciendo cada vez más grandes, al igual que su bigote. —¿Y ahora qué hacemos, Emiliano? —preguntó un día con desaliento uno de los viejos después de recibir la rotunda negativa del gobernador. —Pues seguirle. Ni modo de echarnos para atrás. Si el gobernador no quiere oír razones, pues ya hallaremos a alguien con las orejas más abiertas —contestó Emiliano sin quitarse de la boca el puro de las grandes ocasiones. —Te cabe razón, hijo, pero mientras, ¿qué hacemos? —respondió el anciano. —Pues nos vamos a mi casa a tomarnos un café bien negro, a ver si con eso se nos ocurre algo, y si no se nos ocurre, cuando menos nos echamos unos taquitos de jumiles —dijo Emiliano sonriendo por primera vez en todo el día. Tengo que decirles que la voz de Emiliano sonaba como tormenta cuando estaba enojado, a río cuando no y a trueno al pegar un grito. Era parco de palabras pero abundantísimo de ideas. Su sentido de la justicia comen- zaba y terminaba siempre en él y abarcaba todo aquello que quedara dentro de lo posible y un poquito más. Era el hombre más respetado de aquellas tierras.

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