SANTILLANA USA - Hay palabras que los peces no entienden
17 al que se la han cortado, siento lástima porque me parece que le han arrancado la sonrisa. Desde que Miguel se había ido de casa, tres meses atrás, también Francisca sentía que de alguna manera le habían arrancado la sonrisa. Se había sentido muy sola y estaba claro que únicamente él, su hermano, sería ca paz de entender lo feliz que le haría la compañía de ese pequeño labrador negro que llegó sorpresivamente el día de su cumpleaños. Las mascotas estuvieron siempre prohibidas en casa y, para justificar esta censura, los padres de Miguel y Fran cisca parecían haberse puesto de acuerdo en el discurso que sostenían y que, a decir verdad, parecía copiado del programa de televisión Primer Impacto. —Dicen los expertos —comentaba el padre muy se- rio, como si estuviera repitiendo las palabras del mismísi mo Einstein— que los perros son animales salvajes y que pueden ser domesticados sólo en parte. No es extraño que en un momento de locura ataquen a sus propios amos. En ese punto de la exposición, entraba la madre con los ejemplos espeluznantes de crónica roja: —He sabido de un perro que atacó a una viejecita y la dejó sin orejas… ¡sin orejas! La pobre debe parecerse a una gallina. Escuchar a ambos hablar sobre los perros era como es cuchar a un oficial de policía conversando sobre Jack, el
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