SANTILLANA USA - Hay palabras que los peces no entienden
20 cuadernos, libros, fotografías, etc., como si al triturar los recuerdos el resentimiento encontrara calma, como si existiera una relación geométrica-matemática entre el tamaño del rencor y la cantidad de pedacitos en los que se convierte una carta al destrozarla. —¿Puedo quedarme con él?, prometo que lo cuidaré —se atrevió a preguntar Francisca mirando al cachorro, y lo hizo intentando imprimir toda la naturalidad del mundo a su pregunta, como si en lugar de hablar del ani mal estuviera pidiendo permiso para quedarse con unos calcetines nuevos. La madre sonrió y casi mecánicamente cambió de te ma, era una experta en evadir aquellos asuntos que po dían convertirse en una explosión atómica: —¿No te gustaría saber quiénes vendrán esta tarde a celebrar tu cumpleaños? —Yo compraré su comida, ma, y lo sacaré tres veces cada día, nadie tendrá que preocuparse por el cachorro —insistió Francisca. —Vendrán los abuelos y tus tíos, he invitado tam bién a Carolina, tu amiga del colegio. —El papá de un chico de mi clase es veterinario, pue do pedirle que se encargue del cachorro, así no tendrán que gastar en vacunas. —Aún no me has dicho si prefieres un pastel de cho colate o uno de manzana —comentó la madre haciéndo- se la sorda ante las palabras de Francisca.
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