Antología de poesía latinoamericana contemporánea

poesía latinoamericana: un lento repaso 11 del surrealismo; el “fuego central”, como lo llama, en el cual la fastidiosa civilización mecánica debe ser inmolada para recobrar la inocencia. En una carta de la primavera de 1980 , Molina me lo expresó con estas palabras: “El mundo termina en punta, usted sabe, no es redondo, y ya estoy al final de esa punta, es decir, ya vivo en el fin del mundo –por lo demás así fue a cada instante”. Remontar el vuelo, llegar al límite: esas fueron las condiciones esenciales que posibilitaron el desparpajo y la libertad que trajo consigo la vanguardia. La misma que nos dio el Espantapájaros (al alcance de todos), como reza el título del libro de Oliverio Girondo de 1932 , que, con justa sin razón, Eliseo Subiela utilizó como germen de su película El lado oscuro del corazón ( 1992 ), cuya secuela fue producida bajo el mismo nombre en 2001 . Oigamos esa voz, donde el humor no soslaya otras lecciones de abismo: No me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija [...] ¡pero eso sí! –y en esto soy irreductible–, no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar, ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! La vanguardia nos sedujo con su ligereza y su gracia, con su música de negros, cuyos ecos retumban en los Motivos de son ( 1930 ) de Nicolás Guillén, donde el cine y el jazz confluyen como telón de fondo. No obstante, otros hablaban de entierros y hospitales; de “la condición del martirio, carnívora, voraz”; de cenas mise- rables, “¡tanta vida y jamás!”; de Cristo de nuevo en una celda, de hambre y dolor: Y también de resultas del sufrimiento, estoy triste hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo (…)

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