Antología de poesía latinoamericana contemporánea

juan gustavo cobo borda 16 haber obtenido premios o recibido distinciones académicas. Esos discursos en verso le permiten repasar su trayectoria, hablar de Borges y Macedonio Fernández, o volver a precisar su relación con Pablo Neruda: “Algo + que parientes lejanos pero bastante menos que siameses hermanos”. Por su parte, Octavio Paz supo enriquecer la tradición mexi- cana –Alfonso Reyes, Xavier Villaurrutia– en vigoroso diálogo en pie de igualdad con el mundo; el surrealismo en París, el Oriente en la India, la poesía norteamericana, conWilliamCarlos Williams, a quien tradujo. Pero la cuestión va más allá, pues Paz nos brinda su fruto personal, el cual se traduce en algunos de los más intensos y logrados poemas escritos en lengua española en el siglo xx , como Piedra de sol ( 1957 ).También, Paz estaba animado por la búsqueda y la experimentación, tal como lo atestigua su poema Blanco ( 1967 ), publicado una década después. Finalmente, en Vuelta ( 1976 ), regresa a su paraíso adulterado, al Edén Sub- vertido que se había vuelto México y sobre todo al jardín de su infancia, Mixcoac, pautando así cada una de las décadas con un aporte renovador. Lectores entonces, tanto Octavio Paz como Nicanor Parra, de los textos surrealistas, en su iconoclasia o en su impulso para reconciliar los contrarios en una unidad que cure al hombre de la escisión consigo mismo y la naturaleza, estas dos obras conservan el poder de suscitar nuevas interpretaciones. Paz demuestra su capacidad de visionario reflexivo para señalar los nuevos rumbos en imprescindibles libros de ensayos como El arco y la lira ( 1956 ) o la biografía y el análisis crítico que realiza en su libro Sor Juana o las trampas de la fe ( 1982 ). Parra, aún activo, como un socrático gurú de preocupaciones ecológicas, sigue emitiendo sus gnómi- cas, revulsivas sentencias a través de sus visuales Artefactos ( 1972 ). ***

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