Antología de poesía latinoamericana contemporánea

poesía latinoamericana: un lento repaso 17 También chileno, nacido en 1917 , Gonzalo Rojas continúa vivo y activo. Luego de su participación en el grupo Mandrágora, de raigambre surrealista, publicó con parsimonia tres libros: La mi- seria del hombre ( 1948 ), Contra la muerte ( 1964 ) y Oscuro ( 1977 ). Se definió como lector deVallejo –“Ya todo estaba escrito cuando Vallejo dijo: ‘Todavía’”–, pero su poesía se reafirmó, ante todo, como una exploración existencial, en el drama del lenguaje, en la preocupación americana, en el recobro de la infancia y en el intenso vértigo erótico. No obstante, la caída del gobierno de la Unidad Popular y la muerte del presidente Salvador Allende lo forzaron al exilio en Alemania Oriental y a la meditación en torno a dos poetas: Ovidio, un exiliado como él; y Paul Celan, un suicida en el Sena, que se debatía con la lengua alemana, esa misma que no le daba respuesta alguna sobre la masacre de su pueblo judío. En este cruce, Rojas vio el espejo que refractaba su país, de torturados y desaparecidos, y su poesía, nutrida en la sequedad exploratoria de su padre minero, se tornó más enjuta y punzante, más cercana al hueso de una nueva ruptura. Igual sucedió con Olga Orozco, quien experta en horóscopos, tarot, magia y barajas, fue edificando los largos cantos de una voz ce- remonial que buscaba recobrar la armonía.Todo ello dentro de un ritual de conjuros que, perdida la fe y despoblado el templo, aún intenta recobrar la palabra original, ese talismán para llamar a un dios fugitivo que es la palabra misma, rota, fragmentada y perpleja en su moderno sentido. *** Volvemos de nuevo nuestra mirada hacia Cuba, donde Eliseo Diego, desde las vastas eras imaginarias que Lezama Lima trazó al unir China y Japón con Luis de Góngora y la imagen criolla de su madre y abuela, prefirió mirar, con emotivo cariño y suavidad fraterna, los desapercibidos objetos, los mínimos asuntos, los

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