El Cuento Latinoamericano
10 lui s f ernando afanador tecida novela. Eso es fácilmente comprobable, no es necesario acudir a las cifras. Pero lo cierto es que nunca se han atrevido del todo a abandonarlo. Por sentimiento de culpa o curiosidad —por las razones que sean— vemos que se siguen publicando libros de cuentos.Y, lo más importante, se siguen escribiendo: los narradores latinoamericanos no han dejado de cultivarlo en los últimos años.Tampoco es necesario citar ilustres ejemplos al respecto. Esta situación, que para algunos resulta alarmante —a mí me parece coyuntural— no deja de tener sus beneficios.Ale- jados de las presiones comerciales, los cuentistas se concentran sólo en los problemas formales. Quien se dedica al cuento no busca cosa distinta que enriquecer el género. Enriquecerlo sin desvirtuarlo.Al mirar en conjunto los cuen- tos reunidos en la presente antología me sorprendo—gratamen- te— de encontrar en ellos todavía las premisas de los grandes maestros fundadores: Poe,Maupassant, Chéjov. El cuento cambia y cada cuentista posee un acento particular, irreductible —esta- mos hablando de arte, por supuesto—pero hay un aire de familia, unas características comunes: el corte transversal de la realidad, la convicción de que después del punto final la historia secreta seguirá contándose en la imaginación del lector. La novedad es el sesgo personal y algo de espíritu de época. Daniel Alarcón, un peruano que escribe en inglés, nos recuerda que ahora la frontera latinoamericana se ha ampliado. En su cuen- to “Ausencia”, habla del extrañamiento de un peruano en Nueva York, la misma ciudad en la que el colombianoTomás González —“Las palmas del ghetto”— narra una sutil historia de amor y traición al interior de una banda de narcotraficantes. Un poco más al sur de esa ciudad, en Nueva Orleans, la ecuatoriana Gabriela Alemán devela los insospechados dramas personales y sociales tras el huracán Katrina. Un huracán parecido al de la cubana Ena Lucía Portela, pero que ella quisiera capaz de remover las envejecidas estructuras políticas de su isla. JuanVilloro, con su “Mariachi”, se
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