El Cuento Latinoamericano

14 dani el alarcón la acera, al pie de un rascacielos. Se sentó a almorzar y a obser- varlos. Usando unas máquinas con garfios de metal, perforaban el concreto con destreza.Wari se había preparado un sándwich esa mañana, y ahora lo comía despreocupadamente. La gente pasaba en oleadas regulares, agrupándose en las esquinas y cruzando en bloque la calle apenas cambiaba la luz del semáforo. De un camión, los hombres bajaron un delgado árbol joven y lo coloca- ron en el agujero recién excavado. Luego llenaron con tierra el agujero. Árboles para llenar agujeros, pensóWari divertido. Pero los hombres aún no habían terminado. Encendieron cigarrillos y estuvieron un rato conversando en voz alta entre sí. Luego, uno de ellos trajo una carretilla repleta de verde césped cortado en pequeños cuadrados.Terrones. Los hombres acomodaron los parches de la frondosa alfombra alrededor del árbol.Así de fácil. En el tiempo queWari se demoró en comer, habían excavado y llenado un agujero, habían plantado un árbol y lo habían ador- nado con césped verde y fresco. Una herida abierta en la tierra; una herida cubierta, curada y embellecida. No era nada para esta ciudad, que continuaba con su vida, sin inmutarse, bajo un brillante cielo de finales de verano. Wari caminó un poco más y se detuvo delante de un grupo de artistas japoneses que dibujaban retratos para los turistas. Pu- blicitaban su arte con reproducciones muy esmeradas de rostros de gente famosa, peroWari sólo pudo reconocer a algunos de ellos. Identificó a Bill Clinton y aWoody Allen. El resto era tan solo un grupo de caras bonitas y anónimas que aWari le traían a la mente a cientos de actores y actrices. Este era el tipo de tra- bajo que él podría hacer con facilidad. Las manos de los artistas se movían con destreza sobre el pergamino, sombreando aquí y allá con rápidas pinceladas. Grupos de gente se detenían a mi- rarlos, pero los retratistas parecían estar realmente ajenos a todo ello, sólo echaban un vistazo a sus clientes de cuando en cuando para asegurarse de no cometer errores. Una vez que terminaban

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