El Cuento Latinoamericano

16 dani el alarcón impresionado tanto, pero carecía del vocabulario suficiente para hacerlo. Ella no hablaba español, pero lo compensaba sonriendo mucho y trayéndole cosas.Una taza de té, una tostada. Él aceptaba todo porque no estaba seguro de cómo decirle que no. Su inglés lo avergonzaba. Mientras el agua hervía, Leah se acercó a la sala. “¿Buen día?”, le preguntó. “¿Tuviste un buen día?”. Wari asintió. “Qué bueno”, dijo ella. Le entregó el control remoto del tele- visor y volvió a la diminuta cocina. Sin querer ser grosero,Wari se sentó en el sofá y empezó a cambiar los canales. Podía escuchar a Leah tarareando suavemente una canción. Llevaba puestos unos jeans a la cadera.Wari se forzó a mirar el televisor. Programas de concurso, noticieros, talk shows ; su esfuerzo por comprender lo que decían le causó un dolor de cabeza, por lo que eligió ver un juego de béisbol con el volumen bajo. El juego era lánguido y difícil de seguir; no pasó mucho tiempo antes de queWari se quedara dormido. Cuando se despertó, tenía un plato de comida delante de él. Eric había llegado a casa. “¡Buenas noches!”, le gritó pompo- samente. “¿Un buen juego?”, dijo apuntando al televisor. Dos jugadores conversaban en el montículo cubriéndose los rostros con sus guantes. “Sí”, dijoWari. Se quitó las lagañas de los ojos. Eric se rio. “Los Yankees van a campeonar de nuevo este año”, dijo. “Son el equipo blanco”. “Lo siento mucho” fue todo lo que Wari pudo comentar. Ambos conversaron un rato en español sobre los detalles de la exposición, que se inauguraría dos días después. Los cuadros deWari estaban apoyados contra la pared, aún envueltos en pa- pel marrón y con el rótulo de frágil . Los iban a colgar al día siguiente. “¿Tenías planeado trabajar mientras estuvieras aquí?”, preguntó Eric. “Pintar, quiero decir. En mi departamento acadé- mico me han dicho que podrían prestarte un taller por algunas semanas”.

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