El Cuento Latinoamericano

18 dani el alarcón un coche bomba había estallado para dar la bienvenida a la visita del presidente estadounidense. Diez peruanos murieron, entre ellos un chiquillo de trece años que tuvo la mala suerte de pasar en su skateboard cerca de la embajada justo en el peor momento. Las esquirlas de la explosión le perforaron el cráneo. Cuando eso ocurrió, cerraron la avenida, salvo para el tráfico oficial. La cola seguía formándose allí, cada mañana excepto los domingos, ahora en medio de la calle vacía. Antes de viajar,Wari presentó su carta de invitación, su re- cibo por el pago de la visa y toda su documentación.Títulos de propiedad, estados financieros, certificados de estudios univer- sitarios, una lista de sus exposiciones y muestras en galerías, su partida de nacimiento y los documentos concernientes a su matrimonio prematuro y su divorcio redentor.Todos y cada uno de sus veintisiete años de existencia, en papeles. El documento central era, por supuesto, la invitación de Eric, impresa en papel con membrete de su universidad. Eric le había comentado que no se trataba de cualquier universidad.Wari asumió que debía mencionar el nombre de la institución con reverencia, y que todos conocerían su reputación. Eric le había asegurado que eso le abriría las puertas. Pero en lugar de eso, la mujer le dijo: “Ya no otorgamos visas por noventa días”. A través de la ventanilla plástica,Wari señaló la invitación, sus letras doradas y su elegante sello de agua, pero la mujer no mostró interés. “Vuelva en dos semanas”, le dijo. Y así lo hizo. En su pasaporte,Wari encontró una visa de tu- rista por un mes. Ya en el aeropuerto de Miami,Wari presentó otra vez su do- cumentación, su pasaporte y, separadamente, la invitación en un sobre con letras doradas. Para su sorpresa, el oficial lo derivó de inmediato a una sala de entrevistas, sin mirar siquiera los docu- mentos.Wari aguardó en el cuarto vacío, recordando que un ami-

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