El Cuento Latinoamericano
21 c i ta s a propós i to del cuento Wilson de Edgar A. Poe; tengo Bola de sebo de Guy de Maupa- ssant. Los pequeños planetas giran y giran: ahí está “Un recuerdo de Navidad” deTruman Capote; “Tlön, Uqbar, OrbisTertius” de Jorge Luis Borges; “Un sueño realizado” de Juan Carlos Onetti; “La muerte de Iván Ilich”, deTolstoi; “Cincuenta de los grandes”, de Hemingway; “Los soñadores”, de Izak Dinesen, y así podría seguir y seguir...Ya habrán advertido ustedes que no todos esos cuentos son obligatoriamente de antología. ¿Por qué perduran en la memoria? Piensen en los cuentos que no han podido olvi- dar y verán que todos ellos tienen la misma característica: son aglutinantes de una realidad infinitamente más vasta que la de su mera anécdota, y por eso han influido en nosotros con una fuerza que no haría sospechar la modestia de su contenido apa- rente, la brevedad de su texto.Y ese hombre que en un deter- minado momento elige un tema y hace con él un cuento será un gran cuentista si su elección contiene –a veces sin que él lo sepa conscientemente– esa fabulosa apertura de lo pequeño hacia lo grande, de lo individual y circunscrito a la esencia misma de la condición humana. Todo cuento perdurable es como la semilla donde está durmiendo el árbol gigantesco. Ese árbol crecerá en nosotros, dará su sombra en nuestra memoria. Julio Cortázar La intensidad y la unidad interna son esenciales en un cuento y no tanto en la novela, que por fortuna tiene otros recursos para convencer. Por lo mismo, cuando uno acaba de leer un cuento puede imaginarse lo que se le ocurra del antes y el después, y todo eso seguirá siendo parte de la materia y la magia de lo que leyó. La novela, en cambio, debe llevar todo dentro. Gabriel García Márquez
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