Entre Letras D Sample Unit

29 —¿De dónde vienes? —inquirió la anfitriona. —Ah… De recorrer tierras lejanas a bordo de un barco pesquero, trabajando de sol a sol —explicó él—. Ahora estoy de regreso, pero aún faltan unas leguas para llegar a mi hogar. Es una suerte haber encontrado esta aldea. —Sí que eres afortunado —aseveró la dueña de casa. —¿Tendrías algo para matar el hambre, buena mujer? —pidió el hombre. La anciana tenía de todo, pero era mezquina. Para no darle de comer al marinero, fingió ser muy pobre: —¡Ay, buen hombre, yo misma no he probado bocado en todo el día! El visitante suspiró profundamente. —En fin… Cuando no hay, no hay —dijo. Pero, al ver debajo del banquito un hacha sin mango, agregó: —Si no tienes otra cosa, se podría hacer un guiso de hacha. La mujer quedó atónita: —¿Un guiso de hacha? —Pues claro. ¿No sabías que con un hacha puede hacerse un sabrosísimo guiso? —No tenía idea —dijo la mujer—. ¿Y cómo es ese guiso? —Ve y trae una olla. La dueña de casa le dio una olla. El pescador lavó el hacha y la metió en la olla; luego le echó agua y la puso al fuego. La mujer no le quitaba los ojos de encima. Él tomó una cuchara, se puso a revolver el guiso y lo probó. —Pronto estará listo —dijo—, aunque es una pena que no tengamos sal. —Aquí tengo un poco, échale la que necesites. El pescador echó sal en la olla y volvió a probar el guiso. —Está exquisito —dijo, pasándose la lengua por los labios—. Si se le agregara un puñado de arroz… Ella sacó de la despensa una bolsa repleta de arroz. —Toma, échale lo que haga falta.

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