Entre Letras E Sample Unit

30 […] —El señor Hemingway dice algunas cosas que no entiendo —dijo Matilda a la señora Phelps un día—. Espe- cialmente sobre hombres y mujeres. Pero, a pesar de eso, me ha encantado. La forma como cuenta las cosas hace que me sienta como si estuviera observando todo lo que pasa. —Un buen escritor siempre te hace sentir de esa forma —dijo la señora Phelps—. Y no te preocupes por las cosas que no entiendas. Deja que te envuelvan las palabras, como la música. […] —¿Sabías —le preguntó la señora Phelps— que las biblio- tecas públicas como esta te permiten llevar libros prestados a casa? —No lo sabía —dijo Matilda—. ¿Podría hacerlo? —Naturalmente —dijo la señora Phelps—. Cuando hayas elegido el libro que quieras, tráemelo para que yo tome nota y es tuyo durante dos semanas. A partir de entonces, Matilda solo iba a la biblioteca una vez por semana, para sacar nuevos libros y devolver los anteriores. Su pequeño dormitorio lo convirtió en sala de lectura y allí se sentaba y leía la mayoría de las tardes, a menudo con un tazón de chocolate caliente al lado. No era lo bastante alta para llegar a los cacharros de la cocina, pero colocaba una caja que había en una dependencia exte- rior de la casa y se subía en ella para llegar a donde deseaba. La mayoría de las veces preparaba chocolate caliente, calen- tando la leche en un cazo en el hornillo, antes de añadirle el chocolate. De vez en cuando preparaba Bovril y Ovaltina. Resultaba agradable llevarse una bebida caliente consigo y tenerla al lado mientras se pasaba las tardes leyendo en su tranquila habitación de la casa desierta. Los libros la transportaban a nuevos mundos y le mostra- ban personajes extraordinarios que vivían vidas emocio- nantes. Viajó por todo el mundo, sin moverse de su pequeña habitación de aquel pueblecito inglés [...]. Roald Dahl

RkJQdWJsaXNoZXIy MjAwMTk0