Entre Letras E Sample Unit

35 clara de que no podrás ser marinero. —Pero señor —le dije—, ¿acaso no piensa usted volver al mar? —Mi caso es diferente —dijo él—, esta es mi voca- ción y, por lo tanto, mi deber. Mas, si tú has hecho este viaje como prueba, habrás visto que el cielo te ha dado muestras suficientes de lo que te espera si insistes. Respecto a volver a casa, la vergüenza me hacía re- chazar mis buenos impulsos e inmediatamente pensé que mis vecinos se reirían de mí y que me daría ver- güenza presentarme, no solo ante mis padres, sino ante el resto del mundo. En este sentido, y desde entonces, he observado lo irracionales que son los seres humanos, especialmente los jóvenes. Frente a la razón que debe guiarlos en estos casos; es decir, que no se avergüenzan de lo que hacen sino de arrepentirse por haberlo hecho; que no se avergüenzan de hacer cosas por las que serían to- mados por tontos, sino de retractarse, por lo que serían tomados por sabios. En este estado permanecí un tiempo, sin saber qué medidas tomar ni por dónde encaminar mi vida. Aún me sentía renuente a volver a casa y, a medida que demoraba mi decisión, se iba disipando el recuerdo de mis desgracias, lo cual, a su vez, hacía disminuir aún más mis débiles intenciones de regresar a casa. Finalmente, me olvidé de ello y me dis- puse a buscar la forma de viajar. La nefasta influencia que, en el principio, me había alejado de la casa de mi padre; que me había conducido a seguir la descabellada y absurda idea de hacer fortuna y me había imbuido con tal fuerza dicha presunción que me hizo sordo a todos los sabios consejos, a los ruegos y hasta las órdenes de mi padre; digo que esa misma influencia, cualquiera que fuera, me impulsó a realizar la más desafortunada de las empresas. De este modo, me embarqué en un buque rumbo a África o, como dicen vulgarmente los marineros, emprendí un viaje a Guinea […]. Daniel Defoe

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