Entre Letras E Sample Unit

Lectura crítica Evaluación diagnóstica 5 Lee el texto y responde las preguntas. Marca las opciones correctas en la tabla. Un amor demasiado grande Desde pequeño fue un gigante. La talla más grande de zapatos. El más alto de la fila. El peso pesado del equipo de basketball. Cuando Mauricio se caía, la tierra entera sonaba. Se estremecía con el golpe. Era exagerado, desproporcionado, colosal… Desocupaba la nevera en cada comida y siempre se quedaba con hambre. Un tipo fuera de lo común. Tenía quince años y no paraba nunca de crecer. Un día se enamoró. Como un loco. Del todo. Con sus manazas arrancaba las flores del jardín y luego, temblando, las dejaba en la puerta de la casa de Juanita. No se atrevía a poner la cara. No le dirigía la palabra, de tanto amor que le tenía guardado. Solo le hablaba con los ojos. La miraba de día y de noche. En la clase, ella sentía unos ojos fijos en su espalda. Cuando dormía, también tenía la sensación de que alguien la estaba espiando. Y era cierto. El gigante se pasaba las horas en frente de su ventana. Detrás del árbol de cerezas, la cuidaba. La acompañaba a hacer tareas. La esperaba a que comiera y le contaba historias para dormir. Cuando Juanita apagaba la luz, él le cantaba serenatas con su enorme voz de tarro. No regresaba a casa hasta que presentía sus sueños. Nunca volvió a hacer tareas ni a entrenar con el equipo. Rara vez alguien se encontraba con él. Era apenas una sombra. Una sombra gigantesca. Empezó a tener problemas. En el colegio, perdió siete materias. En la casa, nadie sabía dónde pasaba los atardeceres ni las noches heladas. Llegaba tardísimo, con sus enormes pasos de fantasma. Escasamente dormía. Se veía cansado, ausente, en otro mundo. Y era cierto: vivía en el mundo de Juanita. Escondido como un ladrón, detrás de su ventana. Entonces decidió ponerle fin a ese asunto. Tenía que buscar una forma de hablar con ella. Y justo ahí empezaba el problema. Él era un hombre de pocas palabras. Todavía se ponía colorado cuando le tocaba “participar” en clase. Ni pensar en lo que sería una conversación con Juanita. Quizás podría empezar con una frase común y corriente... Algo así como “Hola, Juanita. Hace un hermoso día”... (¿Era eso común y corriente?). Mauricio ensayaba y dudaba… REYES, Yolanda. El terror de sexto B (fragmento). Bogotá: Alfaguara, 1996.

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