Entre Letras F Sample Unit

Texto 34 1 La reseña L ermann Karl Hesse es un escritor alemán-suizo, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1946. Se le reconoce, principalmente, por su obra narrativa, que incluye novelas trascendentales para comprender el espíritu de la juventud y de la rebeldía, como “Peter Camenzind” (1904), “Bajo las ruedas” (1906), “Demian” (1919), “El lobo estepario” (1927), “Narciso y Goldmundo” (1930) y “El juego de los abalorios” (1943). Pero Hermann Hesse es un poeta. Un extraordinario poeta, vale decir. El equipaje de sus obras completas está provisto de una multitud de poemas que publicó sin mayor resonancia pública a lo largo de su vida literaria, en ediciones casi clandestinas. Tanto en sus versos como en sus novelas y cuentos, y hasta en sus ensayos, Hesse muestra las características excepcionales que distinguen a los auténticos poetas, sea cual sea el género literario de que revistan su imaginación y su sensibilidad. ¿Cuáles son tales características? En realidad, podría hablarse de muchas, pero especialmente hay dos. Para mostrarlas y ejemplificarlas con brevedad es necesario explorar algunos de sus poemas. Los auténticos poetas como Hesse saben que son poetas y, aunque las aguas distraigan con su corriente adversa al resto del mundo, ellos se mantienen firmes. Pero la firmeza de los poetas no es la seguridad del fanático o del emprendedor. La firmeza o la fuerza de los poetas se encuentra, paradójicamente, en sus incertidumbres, en sus miedos, en su obsesión por mirar hacia atrás, en sus más recónditos túneles y sombras. Así lo acepta Hesse: “Lo mismo que una ola se levanta imponente, / coronada de espumas, de la corriente azul, / y, hermosa y fatigada, en el mar se disuelve, / así corre mi vida por el tiempo, fugaz”. Regiones abisales que solamente la poesía puede llenar de luz: “En un descanso, bajo nobles pinos, / me pongo a recordar tiempos pasados, / cuando alivió este aroma nemoroso / mis primeros pesares de muchacho”. Un aroma nemoroso que es, al mismo tiempo, cercanía con la naturaleza y con los primeros e inseguros trazos de escritura; esas primeras palabras que los adolescentes escriben con dolor y amargura en las portadas de sus libros y cuadernos, por necesidad y no por pasatiempo. Hesse habla de la necesidad que tienen los poetas (y los seres humanos golpeados y heridos) de confiarse plenamente a la poesía en la “Oda a Hölderlin”. Basten estos cuatro versos: “Cansados del trabajo regresamos ansiosos / a la ambrosíaca noche de tu canto, / cuyas flotantes alas nos protegen / con un sueño dorado”. En estas líneas Hesse refleja su admiración por Friedrich Hölderlin, poeta también alemán a quien siempre tuvo como una de sus principales influencias. Pero, además de expresar su admiración, se sirve de su figura para exaltar a la poesía misma. En efecto, según este poema, la poesía tiene la capacidad de aliviar las penas que produce “el trabajo”, que puede ser la rudeza de la vida en general, protegiendo a quienes se acogen a ella en sus “flotantes alas” con su “sueño dorado”. Puede, además, acoger el angustiado corazón de los seres humanos y, sobre todo, la extremadamente H ermann H esse , poeta

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