Entre Letras F Sample Unit

Texto 10 1 El diario 4 de marzo de 1892 , salí de la capital de la República Argentina tomando el tren expreso a Bahía Blanca, cabecera de la línea ferroviaria al sur de la provincia de Buenos Aires. Me acompañaban un amigo y dos criados. El primero, que compartía como un hermano mis problemas y mis preocupaciones, apoyándome con su larga experiencia, era mi compatriota, el geólogo Santiago Roth. Su nombre es conocido en todo el mundo científico y lo encontramos sobre la mayoría de las bellas piezas de fósiles sudamericanas que decoran museos en Zurich, Ginebra y Copenhague. Sinforiano Páez y Julián Zeballos, ambos argentinos, habían acompañado al señor Roth en muchas excursiones. Comprometidos desde el inicio de la expedición, vinieron con nosotros desde sus respectivos hogares. Sinforiano, un verdadero ribereño de la costa del Paraná como él era, nos hizo un gran aporte, especialmente cuando se trataba de un río o un curso de agua cualquiera. Además le dejamos la tarea de preparar las comidas, viendo que, entre sus muchas cualidades, resultó un verdadero buen cocinero. El viaje desde Buenos Aires a Bahía Blanca duró 24 horas. A ambos lados de la vía férrea se extendía el desierto inmenso y misterioso, recorriendo en vano la inmensidad, la vista fatigada solo encuentra: un ombú (Phytolacca dioica) que se eleva en las proximidades de una estancia, más raramente un bosquecillo raquítico de chañares (Gourlicea decorticans), un árbol espinoso de la tierra argentina. [...] La primera noche transcurrió bajo el techo de un criador de ovejas, un vasco que fijó su residencia cerca de las ruinas del antiguo fuerte de Romero. Diario de un explorador

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