Entre palabras Level 2 Unit Sampler

44 Prohibida su venta La ortografía española a lo largo del tiempo Todo en el mundo cambia y es inevitable que los idiomas también se transformen. Si no fuera así, serían inventarios muertos que hubieran servido en un tiempo, pero nada más. Su vigencia se debe, justamente, a su capacidad para actualizarse y corregirse. Los sistemas de habla y de escritura se modifican sin cesar para hacerse más cercnos a los usuarios y para facilitarles su bienestar y la satisfacción de sus necesidades. La constante transformación del habla y de la escritura implica la aparición de pa- labras, la extinción de otras y la adecuación (ortográfica, morfológica y semántica) de muchas más. En las lenguas occidentales, en especial en las derivadas del latín (italiano, francés, portugués, español…), la ortografía es tema de reflexión desde el Re- nacimiento y, de manera más sistemática, desde la invención de la imprenta, cuando se hizo indispensable empezar a uniformar algunos grafemas que, antes, en cada cultura se trazaban de diferente manera. El Renacimiento y la invención de la imprenta marcan, pues, el surgimiento de una nueva disciplina lingüística, la ortografía, que primero no fue sino una rama más de la gramática, pero que ahora tiene una normativa propia y se enriquece y se perfecciona día a día. Tras la caída del Imperio romano de oriente, el surgimiento de los Estados-nación europeos trajo consigo la necesidad de enseñar a leer y a escribir cada vez a más personas, pues en la Antigüedad estar alfabetizado era un privilegio de la aristocra- cia y de nadie más. Varios siglos después, la Revolución industrial obligó a impulsar la escolarización de gran cantidad de personas y, por ende, a organizar el idioma en códigos estables que todos los sectores de la sociedad pudieran aprender más o me- nos de la misma manera (ver: RAE y Asale. Ortografía de la lengua española , Madrid, 2010, pp. 17 y 19). Lo anterior es solo una pequeña evidencia de que la ortografía, como eje de los sis- temas de escritura estandarizados, apareció en un pasado relativamente cercano, a diferencia de la escritura, que es antiquísima y que, de hecho, marca el fin de la Pre- historia y el inicio de la Historia. La ortografía es inherente a la escritura, sin embargo, durante muchos siglos hubo escritura sin estudio de la ortografía. La preocupación académica por “escribir bien” nace más o menos en los siglos XV a XVII y, como es natural suponer, surge en medio de numerosos debates y desacuerdos sobre lo que significaba y significa “expresarse con acierto” y sobre quién o quiénes tenían autori- dad para ser árbitros en esa materia. De esa controversia, y en relación con la supuesta importancia de “cuidar el idioma”, desde hace cientos de años han existido dos posiciones antagónicas, una liberal y una conservadora, que a continuación intentamos describir, aunque sin detenernos en un análisis exhaustivo. Estas dos posiciones se reflejan en decisiones como cuáles palabras debemos admitir y cuáles no, cuándo debemos usar resaltes tipográficos y cuándo no, y, en general, en qué tan esmerados debemos ser en el cuidado de la ortografía. Al final, ¿para qué sirve o en qué beneficia a la persona afanarse por tener

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