Espiral del Saber 3 Sample Unit

Micaela intentó imitar a su hermana, pero la cabeza le daba vueltas y le temblaban las rodillas en cuanto subía un par de metros por encima del suelo. Sin embargo, era muy ágil y flexible, tanto que su cuerpo parecía no tener huesos. Desde pequeñita se colaba por los agujeros más estrechos, se pasaba la pierna por encima de los hombros, se rascaba la oreja con el pie… Así que aprovechó su habilidad y se hizo contorsionista. Actuando, Micaela rodaba como una pelota, se doblaba, se encogía, se anudaba como si fuera de goma. En el número del genio, Micaela aparecía vestida a la oriental, con una capa y turbante. Se hacía el silencio en el circo y una isla de luz la señalaba en medio de la oscuridad. Muy lentamente, Micaela se iba metiendo en una pequeña caja de cristal. Primero una pierna, luego la otra, después el cuerpo y, por último la cabeza. Cerraban la tapa y permanecía allí dentro un largo minuto. Cuando abrían, Micaela salía rodeada de humo amarillo, como por arte de magia, tan entera y sonriente como había entrado. Pero llegó un día en que Micaela se cansó de vivir en una casa de ruedas, de no saber al despertar en qué lugar del mundo estaba. Decidió entonces abandonar el circo cuando pasaba por un país que era todo montañas y allí se quedó a vivir. Por fin perdió el miedo a las alturas. Pasado algún tiempo, se casó con un fabricante de relojes cucú, tuvo hijos y nietos. Ahora, siempre que puede, va con ellos al circo. Y sus nietos no se cansan de que les cuente cómo era el número de la caja de cristal. Y de tanto contarlo, a Micaela le parece un cuento. Prohibida su venta 67 L.M. 47 CERTIFICADO 13-ABR-2015

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