Don Quijote de la Mancha II

Miguel de Cervantes 15 –Y por casualidad –dijo don Quijote– ¿promete el autor segunda parte? –Sí promete –respondió Sansón–, pero dice que no sabe cuándo saldrá. Porque algunos dicen: «Nunca segundas partes fueron bue- nas», y otros piensan: «De las cosas de don Quijote son suficientes las que están escritas». –Mi amo y yo –dijo Sancho– le daremos a ese señor muchas aventuras para que pueda escribir no solo la segunda parte, sino cien. Si mi señor sigue mi consejo, pronto estaremos deshaciendo ofensas 49 y arreglando desgracias 50 , como es costumbre de los bue- nos caballeros andantes. Sancho no había acabado de decir esto cuando oyeron relin- chos 51 de Rocinante y don Quijote pensó que anunciaban algo bue- no. Por eso, decidió que iban a hacer otra salida dentro de tres o cuatro días. Así se lo dijo al bachiller y le preguntó que por dónde podía empezar su viaje. Este le respondió que podía ir a la ciudad de Zaragoza porque allí se iban a hacer unas importantes justas 52 por la fiesta de San Jorge. –Aviso a mi señor don Quijote –dijo entonces Sancho– que si me lleva con él, yo sólo tendré que cuidar de su persona para que esté limpio y cómodo. Pero no tendré que poner mano a la espada 53 ni contra villanos 54 malandrines 55 . Yo, señor Sansón, no pienso al- canzar fama de valiente, sino del mejor escudero que nunca sirvió a caballero andante. Y si mi señor don Quijote quiere darme alguna ínsula por mis muchos y buenos servicios, estaré muy contento por ello. Y si no me la da, no me importa. Sancho nací y Sancho pienso morir. Quedaron en esto y en que la salida sería de allí en ocho días. –Para que nadie sepa mi sabia y valiente decisión, especialmente el cura, el barbero, el ama y mi sobrina, pido a vuestra merced que guarde el secreto 56 de mi salida –le dijo don Quijote al bachiller.

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