El libro secreto de Daniel Torres

I S ON las ocho de la mañana. Una calle ancha lleva a Daniel hasta el Capitolio, en Washington. Daniel conoce bien las primeras horas de la mañana, esas horas difíciles, después de toda una noche de tra- bajo. Largas noches sin sueño, llenas de cigarrillos y cafés olvidados sobre la mesa. Daniel se mueve sin problemas en los bosques de palabras, en las páginas de los diccionarios, entre cuadernos y libros abiertos. Empezar a escribir es siempre una aventura para él. Cuando escribe no hay teléfonos, ni tiempo, ni ciudades, solo una página en blanco y el ruido de su máquina de escribir en mitad de la noche. Alto, con el pelo rojo y los ojos azules, parece más un gentleman inglés que un joven escritor argentino. Va siempre bien vestido, con sombrero negro, corbata azul, abrigo largo casi hasta los pies y zapa- tos italianos. Le gusta llevar con él un gran bolso, ya un poco viejo, con sus papeles y sus libros. Tiene que ponerse gafas para leer, pero prefiere no usarlas. Y tía Emily se enfada cada vez que lo ve sin ellas. La verdad es que para su tía Daniel es todavía como un niño. Cuando en 1961 murió 1 su madre, él solo tenía tres años. Tiem- po después también murió su abuela Jane. Entonces tía Emily fue a buscarlo y lo llevó a Londres con ella; allí vivieron juntos durante muchos años. 5

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