SANTILLANA USA - El sueño de Otto

8 El sueño de Otto El café de Carmen ya está frío. Son las once de la mañana y Sylvie no ha llegado. Carmen llama al camarero, un chico joven, y paga su café. Luego le pregunta: –Oiga, perdón, ¿no está Paco, Paco Botella? –No, señora. Paco no está –contesta el camarero–. Todavía trabaja aquí, pero ahora está de vacaciones. Se fue ayer y no vuelve a Madrid hasta el 15 de septiembre. Carmen le da las gracias. Coge el telegrama y lo lee otra vez despacio. «Este Otto... ¡Qué divertido era... y qué buen estudiante!» –piensa. Sylvie está entrando en ese momento en la estación del Norte. Busca a Carmen por todas partes y por fin la ve sentada en una me­ sa del bar. Carmen la ve también y la llama con la mano desde lejos. La joven parece cansada. Lleva un gran bolso de mano y anda despacio. –¡Hola, Carmen! Ya estoy aquí. ¡Qué calor hace! Es imposible vivir en esta ciudad en agosto. El autobús estaba más lleno de gente que nunca... Pero ¿cuándo se van a ir los madrileños a la playa? –di­ ce Sylvie antes de sentarse enfrente de su amiga. –Buenos días, Sylvie. Pero ¿qué llevas en ese bolso? –pregunta Carmen divertida. –Pues ropa, ropa para el fin de semana. No sabemos qué nos es­ pera en ese pueblo. Quién sabe... Puede ser una boda 10 . La boda de Otto. A mí me gusta estar preparada para todo y por eso llevo uno o dos vestidos de fiesta muy bonitos... Carmen se ríe. –Tranquila, tranquila –le dice a Sylvie–, muy pronto vamos a sa­ ber para qué vamos a El Barco de Valdeorras. Pero ahora debemos darnos prisa. Son las once y diez y el tren sale a las once y cuarto. O corremos un poco, o va a salir sin nosotras.

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