SANTILLANA USA - Marianela

–Es lo mejor que hay en el mundo. –¿Es de este país? –Sí, señor. Pablo es el único hijo de don Francisco Penáguilas, un señor muy bueno y muy rico que vive en las casas de Aldeacorba. –Dime, ¿y por qué te llaman la Nela? ¿Qué quiere decir eso? –Mi madre se llamaba María Canela. Unos me llaman Marianela y otros nada más que la Nela. –Y Pablo, ¿te quiere mucho? –Sí, señor. Es muy bueno. Él dice que ve con mis ojos. Yo lo lle­ vo a todos los sitios y le digo cómo son todas las cosas. –¿Todas las cosas que él no puede ver? –preguntó Golfín. –Sí, señor. Yo se lo cuento todo. Él me pregunta cómo es el sol y yo se lo describo. Yo le explico cómo son las flores, las nubes, el cielo, las personas y también los animales. Yo le digo si algo es feo o bonito, y así él lo aprende todo. –Ya veo que tu trabajo no es pequeño. Pero, dime, ¿sabes leer? –No, señor. Yo no sirvo para nada... La Nela se quedó callada durante un momento. –Entonces, ¿usted es el hermano de don Carlos, el médico que vive en las Américas y que cura los ojos? –preguntó de repente. –Sí, soy Teodoro Golfín. –¿Y cree usted que Pablo podrá ver algún día? –Es difícil, pero no imposible. –Bueno, señor, ya hemos llegado. Allí abajo, al final del todo, están las oficinas. El doctor dio las gracias a Marianela por su ayuda y corrió hacia la casa de su hermano. La Nela se fue a la casa del señor Centeno. La casa tenía un aspecto moderno, pero no era elegante ni cómoda. Allí vivían el señor y la señora Centeno, los cuatro hijos, el gato y también la Nela. En la casa había sitio para todo y para todos menos para la pobre Nela, que siempre parecía molestar. Benito Pérez Galdós 11

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