SANTILLANA USA - Marianela

III DON FRANCISCO PENÁGUILAS A la mañana siguiente, la Nela salió muy pronto de su casa. Poco tardó en llegar a Aldeacorba. Allí se acercó a un señor con bigote, pelo blanco y una cara muy simpática. El señor se volvió hacia la casa y gritó: –¡Hijo mío, aquí tienes a la Nela! Don Francisco Penáguilas era un hombre bueno y uno de los más ricos del país. Desde la muerte de su mujer –hacía ya muchos años–, vivía solo con Pablo, su único hijo. Él era toda su vida y su mayor pena también. ¿Para qué quería tierras y dinero si su hijo no podía ver los campos verdes y los árboles llenos de fruta? ¿Cómo podía esperar ser feliz, si Pablo era ciego? Todo lo que hacía don Francisco, lo hacía pensando en Pablo. Casi todas las noches, sentado a su lado, leía para él libros de todo tipo: de historia, de arte, de aventuras... «No quiero que mi hijo sea ciego dos veces», se decía siempre. Cuando lo vio salir con la Nela, que, como todos los días, lo acompañaba, les dijo: –No vayáis muy lejos. No corráis. Adiós... 13

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