SANTILLANA USA - Marianela

I PERDIDO EN EL CAMINO S E puso el sol. Llegó, tranquila y oscura, la noche y el silencio cayó sobre la tierra. El viajero seguía adelante en su camino. Sin parar, sin cansarse, cada vez más deprisa, subía y bajaba por los difíciles caminos del norte de España. Era un hombre de unos cuarenta años de edad, bastante alto y ancho de espaldas. Tenía un aspecto fuerte y parecía buena persona. Vestía un elegante traje de verano y llevaba sombrero. Se quedó parado un momento, mirando nervioso a su alrededor. Parecía estar perdido. –No puedo equivocarme –dijo en voz baja–. Me dijeron: «Siga adelante, siempre adelante», y así lo hice. Por aquí, pues, debo llegar a las minas 1 de Socartes. Después de andar un largo rato, volvió a decir: «Me he perdido, estoy seguro de que me he perdido.» El paisaje 2 a su alrededor era ahora triste y gris: sin un árbol ni una planta..., solamente arena y piedras. –Seguro que ya estoy en las minas... Pero por aquí no hay nadie. No oigo el más mínimo ruido, ni veo una sola casa. ¿Qué puedo hacer? Por ahí veo otro camino que vuelve a subir. ¿Lo cojo o sigo mejor por éste...? 5

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