Page 12 - Carnaval en Canarias

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IV
L
a
gente no los deja pasar. Hay disfraces de todas las clases: de
animales, de policías y ladrones, de romanos
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, de reinas egipcias
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y actrices famosas, de gitanos y soldados. Algunas chicas parecen
enormes pájaros de colores. Todo está envuelto en un gran ruido de
música y tambores.
–Eso son las comparsas –dice la chica– que van a encontrarse en
la gran fiesta. Intentaremos cruzar por esta calle.
Pero cuando van a cruzar, el desfile
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de la comparsa les corta el
camino. Es como un cuadro lleno de color, de alegría y de belleza.
Teodoro nunca ha visto esa forma de bailar, con la música nerviosa
de los tambores. Él también se pone a bailar sin querer.
–¡Eh, tú! ¡Dijiste hace un rato que no tenías ganas de fiestas!
–Es verdad. Perdona. No sé qué me ha pasado.
–Lo mismo que a todos. El Carnaval se ha metido dentro de ti.
En las islas vivimos todo el año tranquilos, y estos días no hacemos
otra cosa que
vacilar
.
¿Vacilar?
¿Qué quiere decir?
–Esto que estamos haciendo tú y yo: bailar, tomar copas
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con el
primero que encuentras...
–¡Tenemos que intentar llegar a la oficina por otra calle! ¡Ven!
Por cierto, ¿cómo te llamas?