Page 5 - Carnaval en Canarias

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Fernando Uría
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–La radio dice que se llama Teodoro y que es alto y rubio... como
usted.
–¿Y ustedes creen que yo soy el camionero?
–Eso es.
–¡Pero yo acabo de llegar en avión! ¡Y me he quedado dormido
en el autobús! Esto es un mal sueño... Mi nombre es Teodoro, sí,
pero soy ingeniero, no camionero.
En ese momento, dos viajeros se levantan:
–Nosotros sabemos que él no es culpable. Lo conocimos en el
avión. Podemos decírselo a la policía.
–¡¡A la policía!! ¿Para qué? ¿Dónde está la policía?
–Allí, ¿no ve a los guardias un poco más adelante?
Un hombre con un gran bigote blanco se acerca al asiento de
Teodoro.
–Ya que es inocente, bájese del autobús y aléjese de aquí. Así no
perderá el tiempo dando explicaciones. Como estamos en Carnaval,
le aconsejo que se disfrace
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. Nadie lo reconocerá.
–¿Que me disfrace? ¿De qué?
–Tengo una idea –dice una chica–. Vístase como un hombre de
negocios elegante. Todo el mundo creerá que va disfrazado.
La gente del autobús se ríe y grita:
–¡Eso! ¡Elegante!
Un viajero le deja un sombrero para esconder su pelo tan rubio.
La chica le pinta un precioso bigote con su lápiz de ojos.
Lo empujan para que baje del autobús. Alguien le entrega su pe­
queña maleta.
–Pero ¿a dónde voy?
–Siga esa carretera estrecha hasta La Laguna. Allí hay taxis.
¡Adiós!
Teodoro se aleja del autobús. Los viajeros lo despiden sacando
sus pañuelos por la ventanilla.