Nino y Rino corrieron a la casa de Fino.
El lobo llegó a la casa de Fino.
—Abran la puerta, cerditos —dijo el lobo.
—¡No! Vete de aquí, lobo malo —dijeron Rino,
Nino y Fino.
Entonces el lobo sopló y sopló, pateó y pateó.
Pero no pudo derribar la casa de ladrillo.
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