En 1832, las cosas cambiaron. Un general mexi-
cano llamado Antonio López de Santa Anna se hizo
con el control del gobierno. Había sido un héroe
de la guerra de la independencia de México con-
tra España. Pero ahora rechazaba la Constitución
mexicana. Santa Anna había declarado que “ni en
cien años, mi pueblo estará preparado para la liber-
tad”. Así que, se proclamó dictador. Varios estados
se rebelaron y Santa Anna empleó la fuerza para
sofocar cualquier oposición y castigar a los estados.
En Texas, había división de opiniones entre texa-
nos y tejanos acerca de la actitud a tomar sobre San-
ta Anna. Algunos texanos, como Stephen F. Austin,
estaban a favor de que Texas siguiera siendo parte
de México. Esperaban que, con el tiempo, Santa
Anna se volviera más razonable y cediera poder.
Otros, como Sam Houston, querían guerra. En su
opinión, tenían que liberarse de México y de Santa
Anna. Querían la independencia.
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