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—Entonces, si este escritor lo conoce, sabrá que vuestra
merced existe en carne y hueso, o mejor dicho en huesos,
por eso lo llaman “El Caballero de la Triste Figura” —insistió
Sancho mientras le quitaba la montura a su jumento para
que fuera a pastar.
—Así es. Sin embargo, el mago Frestón se debe haber
metido en la mente de Cervantes para que negara mi
existencia real y verdadera, la tuya y la de mi señora, la
hermosa dama Dulcinea del Toboso —aseguró don Quijote,
acariciando sus bigotes como lo hacía cuando se preparaba
para relatar algo importante.
Sancho, lleno de curiosidad, pidió a su amo que le
contara sobre su amistad o enemistad con aquel escritor
“Cerveros Saanbeno” al cual dijo que ya le había cogido
mucha antipatía.
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