Milwaukee era el hogar de muchos afroamerica-
nos libres y antiguos esclavos. Caroline conoció a
un barbero que se veía amable y le ofreció un lugar
donde quedarse. Caroline aceptó. Estaba temerosa
porque incluso aquí, en Milwaukee, había carteles
ofreciendo una recompensa por su captura.
Trescientos
dólares era mucho
dinero. Aunque el
barbero había sido
esclavo, no podía
dejar de pensar en
el dinero. Lo haría rico. El barbero terminó dicién-
doles a cazadores de esclavos dónde encontrar a
Caroline.
Caroline seguía escondida en la casa del barbero.
No sabía lo que él había hecho. Alguien tocó la
puerta, y ella abrió.
¿Era un cazador de esclavos?
¡No!
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