Caroline y Finch encontraron un viejo barril
para almacenar azúcar. Estaba casi completamente
cubierto de hierba. Finch lo abrió y Caroline se
metió adentro. Tras haber cerrado el barril, Finch
se alejó corriendo, prometiéndole que volvería.
Cuatro horas después, Caroline seguía en el ba-
rril. Adentro hacía calor y estaba estrecho y oscuro.
Ya tarde en la noche, Caroline escuchó una voz.
¡Alguien venía! ¿Era un cazador de esclavos? Debió
estar muy asustada. Cuando se abrió la tapa, vio que
era Finch. ¡Qué alivio!
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